domingo, 11 de diciembre de 2011

Vincent Vega

(John Travolta, "Pulp Fiction")

John Travolta, marcando estilo una vez más.


"Con tu permiso me voy a casa a tener un ataque al corazón"

Han pasado ya diecisiete años desde el estreno de "Pulp Fiction" (1994, Quentin Tarantino). Otros diecisiete años atrás, John Travolta se convertía en un extraordinario fenómeno social con "Fiebre del sábado noche" (1977), categoría elevada a mito cuando apareció cantando y bailando en "Grease" (1978). Básicamente, y salvo que el actor estadounidense nos sorprenda de nuevo, son las tres películas por las que se le recordará para siempre.
"Pulp Fiction" ya es una obra clave en la historia del cine, una película realmente antológica. Conforme avanza el tiempo se analizan mucho mejor sus aportaciones narrativas y estéticas, además de su influencia en este arte. Pero lo que me interesa destacar en este caso es cómo un actor que entonces tenía cuarenta años, una antigua estrella para millones de adolescentes y en evidente decadencia por la falta de papeles interesantes, resurge en la piel de un matón que nos cautiva desde el instante en que aparece en pantalla.
Su Vincent Vega no es un protagonista de las películas tradicionales de gángsters. El cine, si exceptuamos casos excepcionales -como el Jef Costello (Alain Delon), de "El silencio de un hombre" (1968) o el  Cheech (Chazz Palminteri), de "Balas sobre Broadway" (1994), por ejemplo- apenas se fija en los que hacen el trabajo sucio del mafioso. Tienen rostro pero casi nunca un nombre; celebramos cuando el héroe hace justicia al eliminarlos y al terminar la proyección a menudo nos olvidamos de sus caras.
En uno de los afortunados gags de la saga de "Austin Powers", Mike Myers definió con brillantez y humor esta perspectiva que el cine nos da de los matones de segunda fila: uno de los sicarios del Doctor Maligno muere arrollado cómicamente por una apisonadora durante una misión. Deja mujer e hijos, sus amigos le recuerdan emocionados y una foto enmarcada nos señala que debía tener una apacible vida familiar al margen de su actividad delictiva. "¡Qué dura es la vida del esbirro!".
Vincent Vega y Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) son dos de esos esbirros que el cine negro clásico apenas les dispensarían unas líneas de diálogo. En "Pulp Fiction", sin embargo, son los protagonistas esenciales. ¿Y de qué hablan en esos tiempos muertos entre misión y misión? De un viaje a Europa, de masajes en los pies, de milagros, de filosofía, de comida, de drogas...

"¿Sabes cómo llaman al cuarto de libra con queso en París?".

Casi al inicio de la película, Vincent le explica a su compañero cómo era la vida en Amsterdam, qué nombre recibe el cuarto de libra con queso en París y otras cuestiones por el estilo. Luego pasan a otro asunto más delicado: Vincent tiene que salir con Mia (Uma Thurman), la esposa del jefe, Marsellus Wallace (Ving Rhames), y la charla deriva hacia la sensualidad de un masaje en los pies. Durante la larga secuencia apenas hablan del ajuste de cuentas que están a punto de realizar; sólo cuando están ante la puerta de entrada del piso hacen un breve comentario al respecto; es decir, la misión que están a punto de ejecutar no les obsesiona en absoluto.
Vincent Vega es un tipo disciplinado y leal. Lo demuestra de sobras en su relación con Jules y, muy en concreto, cuando renuncia a seducir a Mia, pese a que existe una evidente química entre ambos. Cuando vuelven al apartamento de ella tras la cena y el baile, Vincent habla solo en el cuarto de baño y consigue superar la tentación. No va a intentar nada porque es la mujer de su jefe y ese es un principio elemental.
A lo largo de la película observamos que para él es fundamental hacerse respetar, quizá porque todavía no lo ha conseguido del todo. De hecho, durante el tiempo en que transcurre la acción de la película comprobamos que se trata de un sujeto bastante desafortunado, rayando casi la parodia. Las cosas importantes que ocurren a su alrededor lo pillan a él siempre en el cuarto de baño.

Vincent Vega, a lo suyo, mientras ocurren cosas en su ausencia.

Para empezar, la salida nocturna con Mia está a punto de convertirse en una tragedia: la joven esnifa heroína creyendo que es cocaína y Vincent tendrá que acudir a su "camello" habitual para evitar que fallezca por paro cardiaco; más adelante le vuela la cabeza a Marvin, uno de los supervivientes de la masacre en el piso, porque se le dispara sin querer la pistola; cuando se están limpiando la sangre en la mansión de Jimmy (Quentin Tarantino), Vega deja la toalla con la que se ha secado "como una puta compresa", le reprocha Jules; su propia muerte, en definitiva, resulta grotesca: sale desarmado del cuarto de baño y Butch (Bruce Willis) le ametralla, al parecer con el arma de Marsellus, que se la ha dejado en la cocina cuando ha salido a la calle.
No es cuestión de mala suerte; en los tres casos se trata de graves descuidos por su parte: a Mia le presta su gabardina, donde oculta un pequeño saco de heroína que ella confunde con coca; a Marvin le destroza la cabeza porque olvidó ponerle el seguro a su arma; y su muerte es debida a un exceso de confianza.
A Vincent le mortifica que hieran su dignidad o que le falten al respeto. Es lo que hace Jules, por ejemplo, desde el momento en que la parte trasera de su coche parece una carnicería, con los sesos de Marvin esparcidos y la sangre salpicando tapicería y cristales. O el imprescindible señor Lobo (Harvey Keitel), a quien le ruega que no les grite y que les pida las cosas "por favor".
Pero Vincent es, no lo olvidemos, un asesino a sueldo, una persona acostumbrada a tener el respaldo de una organización y de su jefe. Cuando lleva a Mia a casa de Lance (Eric Stoltz) inconsciente por sobredosis de heroína, basta con que le hable al "camello" de Marsellus para que éste le ayude a resucitarla. Cree en la jerarquía social y puede ser cruel con quienes están en un plano que él considera inferior; por ejemplo, con el boxeador Butch, a quien le llama "sonado" de manera desafiante y despectiva.
Nuestro personaje posee un desarrollado sentido de la lógica, ha de comprender lo que le rodea; debe saber cuánta gente habrá en el piso para elegir un arma u otra; considera excesivo pagar cinco dólares por un batido y necesita probarlo para aceptar que es un precio justo; emplea la razón y rechaza cualquier argumento místico para entender por qué un fulano que les ha disparado a bocajarro ha fallado todas las balas; cree, en fin, que un masaje en los pies a una mujer significa mucho, pese a lo que diga su amigo.

- Jules: "Comerle el coño a una zorra o masajearle los pies no es la misma jodida cosa".
- Vincent: "No lo es, pero es el mismo juego". 
- ...
- V: ¿Te importaría masajearle los pies a un hombre?
- J: Vete al cuerno.


Vincent y Jules se disponen a acribillar a un pobre infeliz.

Vincent Vega ni siquiera lleva la voz cantante en las misiones que les encomiendan. Está acostumbrado a ejecutar órdenes y a cederle la iniciativa a Jules, que recita un pasaje de la Biblia (Ezequiel 25:17) cada vez que va a matar a alguien. Vega comprueba, espera y sólo interviene cuando su compañero decide.
Llegando a este punto conviene aclarar que el personaje es inolvidable porque el de Samuel L. Jackson también lo es. Uno es lógico, escéptico e imperfecto; el otro es intuitivo, místico y seguro de sí mismo. Jules Winnfield improvisa y es el más ingenioso en los diálogos: "Me llamo Mulo y hablando no podrás salvar tu culo", le dice a uno de los desgraciados que han timado a Marsellus ("My name's Pitt, and you ain't talkin' your ass outta this shit", en la versión original).
John Travolta sólo sonríe una vez en la película, cuando Jules se relaja en la escena final de la cafetería. Y es un alivio, porque la mueca sonriente del actor llegó a convertirse en un signo de mediocridad en muchas de sus películas, como un recurso expresivo que servía para todo. En "Pulp Fiction" apreciamos a un actor superior, que refleja tensiones (incluida la sexual hacia Mia) con una madurez y una credibilidad absolutas.

La película:
- Jules y Vincent llevan exactamente los mismos trajes que los protagonistas de "Reservoir dogs", anterior película de Tarantino.
- La famosa escena del baile, al son de "You never can tell" (Chuck Berry), estuvo a punto de suprimirse porque a Uma Thurman le entró un ataque de ansiedad por tener como compañero al mítico protagonista de "Grease" y "Fiebre del sábado noche".
- El director tuvo que emplearse a fondo para que Travolta aceptara ponerse en la piel de un personaje tan violento. Al parecer, el actor tuvo serios problemas de conciencia para encarnar a Vincent Vega y se achaca esta reticencia a su adhesión a la Iglesia de la Cienciología.
- Daniel Day-Lewis y Mel Gibson fueron dos de los actores más interesados en el papel de Vincent Vega, que en principio iba a asumir Michael Madsen, el Señor Rubio de "Reservoir dogs". Hay que tener en cuenta que el Señor Rubio se llamaba en realidad Vic Vega. Vincent Vega (Travolta) sería el hermano de Vic.
- John Travolta fue nominado por su papel al Oscar por el mejor actor en la 67ª Gala de la Academia, pero Tom Hanks ("Forrest Gump") se llevó la estatuilla. "Pulp Fiction" conquistó el premio al mejor guión original y ese mismo año triunfó en el Festival de Cannes y otros festivales.
- El versículo de Ezequiel 25:17 no es exactamente como lo recita Jules en la película, sólo es la frase final.
- La secuencia de entrada de Vincent Vega en el Jack Rabbit Slim's es un homenaje a una toma similar de Henry Hill (Ray Liotta) en "Uno de los nuestros" (1990, Martin Scorsese).
- La famosa billetera que utiliza Jules en la escena de la cafetería (la de "Hijo de puta peligroso") pertenecía en realidad a Tarantino.
- El director rindió homenaje a numerosas películas en "Pulp Fiction": desde "Psicosis", "Uno de los nuestros" y "El beso mortal" al cine policiaco francés y diversas obras del cine oriental.
- Para saber más de la película es recomendable el libro de Esteve Riambau "Pulp Fiction/Ed Wood", de la colección Dirigido Por (2000).