jueves, 12 de enero de 2012

Rick Blaine

Humphrey Bogart (Casablanca)

"Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship"
("Louis, presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad")

La despedida de Ilsa. El sacrificio de Rick.
                                                                                      
Humphrey Bogart es un póster antiguo que ya nunca se caerá de nuestra pared. Como Marilyn Monroe, Elvis Presley o Groucho Marx. No son carteles rancios ni están rotos o descoloridos;
aguantan el paso del tiempo con una elegancia admirable, como si acabaran de colocarse por primera vez.
De todos ellos, Bogart es el más sorprendente. No era esencialmente guapo ni atractivo; había sufrido lo suyo para alcanzar el estrellato -lo consiguió nada menos que a los 40 años de edad- y poseía un defecto en el habla, producto de una herida de guerra en el labio. Durante una larga década protagonizó papeles poco llamativos, a menudo de gángster vulgar. En los años 30 parecía estar condenado a ser un actor secundario más o menos solvente, capaz de asombrar en "El bosque petrificado" (1936) y de encarnar a matones mal esbozados, como el Jim Frazier de "Ángeles con caras sucias" (1939).
Pero cuarenta películas después de su debut en Hollywood le llegaron dos papeles tan fascinantes que su carrera dio un giro radical y sorprendente: el de Roy Earle ("El último refugio", 1941, de Raoul Walsh), y, sobre todo, el de Sam Spade ("El halcón maltés", 1941, de su amigo John Huston). Bogey se convirtió en una estrella de repente.
Adquirido ya con Spade el perfil de tipo duro, quizás el mejor tipo duro que se había conocido hasta entonces (con permiso de Edward G. Robinson), un año más tarde puso alma, cuerpo y vida a esa silueta cuando interpretó uno de los personajes más inolvidables del cine: Rick Blaine ("Casablanca", 1942, Michael Curtiz). 
Antes de desmenuzar el personaje, conviene destacar que "Casablanca" es una excelente película a la que el tiempo ha dotado de un halo mítico que complica cualquier análisis convencional. Pero si somos capaces de olvidarnos de la leyenda, nos encontramos con una trama narrada y explicada a la perfección, pese a las dificultades que surgieron en la elaboración del guión. Fue, como a menudo suele ocurrir, el milagro de las obras maestras. "'Casablanca' es un milagro, cuya parte milagrosa está en su terca persistencia. No hay adelantado a los tiempos que destruya su leyenda, lo mismo da con labia que con ira. 'Casablanca' es más que una película, es un sueño compartido por millones y millones de pobladores nómadas" (Ángel Fernández Santos, de "Casablanca, colección Cine de Oro").

El capitán Renault quiere saber si Rick añora su país.

Tres rasgos esenciales de Rick nos han cautivado desde siempre: es un hombre que desprecia a los mediocres y a los tiranos; posee una amarga ironía que le sirve lo mismo para colocar en su sitio a un nazi que para cultivar la amistad del capitán Louis Renault (Claude Rains); y finalmente, pese a los contundentes síntomas de su granítica personalidad, es un sentimental 
absoluto, clamoroso, inolvidable, capaz de sacrificarse por el amor que siente hacia Ilsa Lund (Ingrid Bergman).
"Rick es la idea que del hombre tienen las mujeres", se escucha en el documental "Casablanca revisitada", de José Luis Garci. Quizá sea porque no es un tipo que inspire un amor confortable y hogareño, sino más bien una relación inesperada, arriesgada y apasionada, de las que dejan una huella imborrable. O tal vez porque parece el hombre más seguro de sí mismo que se haya visto en una pantalla. 
Y si las mujeres se enamoran de Rick sin remedio, los hombres le han imitado durante generaciones. Es un héroe existencial que no necesita guardar las apariencias; su rostro es el de la lealtad, la entereza y, como se aprecia a medida que avanza la película, la esperanza. Rechaza la cobardía y la mediocridad, pero acepta la falta de escrúpulos de gente como Renault o Ferrari (Sydney Greenstreet), con los que simpatiza. Con su máscara contra las heridas del pasado, Rick es admirado en cualquier tiempo y por cualquier generación, porque físicamente, además, no es un adonis inalcanzable.
Su poder y su independencia quedan en evidencia desde el comienzo de la película, cuando el camarero Carl (S.Z. Sakall) aclara a un cliente que Rick no va a sentarse con él y con sus amigos, por muy importante banquero que sea: "El director del primer banco de Amsterdam es ahora nuestro cocinero".
Es un solitario porque, al contrario de lo que le ocurre al resto de la gente que espera y sobrevive en Casablanca, él no necesita a nadie. Juega al ajedrez solo, sin contrincante, fuma y bebe en silencio y decide con un ligero movimiento de cabeza quiénes pueden entrar en la sala de juegos del café y quiénes no. El Rick's Café Américain es su embajada particular, un territorio neutral que acoge a refugiados, nazis, gente del hampa, ciudadanos de la Francia Libre, pobres, ricos, espías o traidores. En efecto, todo el mundo va a Rick's.
Posee además un alto sentido de la ética y de la justicia, pese a su cinismo. Menosprecia a Ugarte (Peter Lorre), el tipo que trapichea con salvoconductos, y no porque sea una actividad ilegal y perseguida, sino porque se aprovecha de las ilusiones de esa gente que desea escapar de Casablanca. 

Ugarte: Me desprecias, ¿verdad, Rick?

Rick: Si llegara a pensar en ti, probablemente sí.

Pero, a pesar de ello, Ugarte pertenece a su bando y le ayudará hasta cierto punto, concretamente, hasta el límite de su propia supervivencia:
"Yo no me juego el cuello por nadie", exclamará ante todos cuando la policía detenga a Ugarte justo a su lado.

"Me desprecias, ¿verdad, Rick?".

Como Ugarte,
Ivonne (Madeleine Lebeau) quiere agradar a toda costa a Rick para recuperar su amor perdido. Es una joven despechada -con la que probablemente disfrutó de unas cuantas noches de pasión-, que ahora no soporta su desprecio. Él la rechaza sin contemplaciones, pero su conciencia le obliga a protegerla, a apartarla del alcohol y de los peligros de la noche y mandarla a casa en un taxi.

Yvonne: ¿Dónde estuviste anoche?

Rick: ¿Anoche? No tengo la menor idea.
Yvonne: ¿Y qué harás esta noche?
Rick: No hago planes por anticipado.

El carácter y el semblante de Rick se transforman ante el capitán Renault, con quien mantiene a menudo un sabroso duelo dialéctico. Con Renault le vemos sonreír y relajarse por primera vez. El peculiar jefe de policía de Casablanca es un tipo corrupto, sin escrúpulos y, aparentemente, sin principios. No son defectos intolerables para Rick y ambos congenian desde hace tiempo. Es lo más parecido a una amistad. 

Cuando observan el despegue de un avión con rumbo a Lisboa, la puerta hacia Estados Unidos, Renault intuye que aquel norteamericano solitario, insensible y de pocas palabras desearía regresar a su país; y un gesto casi imperceptible de Rick lo confirma. Gracias al policía, el espectador también sabe que su amigo es un defensor de las causas perdidas (luchó a favor de la República en la Guerra Civil española), lo que desmonta esa imagen de indiferente y antisolidario que se ha ganado en Casablanca.

- Pero, ¿por qué demonios vino a Casablanca?

- Mi salud. Vine a Casablanca a tomar las aguas.
- ¿Las aguas? ¿Qué aguas? ¿Las del desierto?
- Me informaron mal.

Tres nuevos personajes aparecen para desvelar más características de la personalidad de nuestro héroe. El primero es el mayor Strasser (Conrad Veidt); se trata del odioso jefe de la Gestapo que acude a Casablanca para localizar al asesino de un correo nazi y, además, para poner un poco de orden en la ciudad. Rick lo recibe con calculada cortesía y frialdad en su local. Ni simpatiza con él ni está dispuesto a demostrarlo. El trato es lo suficientemente educado como para evitar problemas con los nazis, pero a la vez evita cualquier tipo de familiaridad.

- Strasser: ¿Cuál es su nacionalidad?

- Rick: Soy borracho.

Casi a la vez llega una pareja sobre la que va a girar el resto de la trama:
Victor Laszlo (Paul Henreid) e Ilsa Lund. Laszlo es un reconocido y admirado líder de la Resistencia antinazi en toda Europa. Por primera vez, como bien observa Renault, Rick Blaine está impresionado por una visita a su café. Por primera vez se va a sentar a beber con clientes. Es como si Laszlo despertara en él elevados ideales ya olvidados. Su cinismo no confunde al héroe de la Resistencia: "¿Sabe cómo suenan sus palabras? Como las de un hombre que está tratando de convencerse a sí mismo de algo que no cree en su corazón".

Rick Blaine, Louis Renault, Victor Laszlo e Ilsa Lund.

Con él viaja una joven que le rompió ese corazón tiempo atrás. Ella es la causa de su hermetismo, de su soledad y de su insensibilidad ante la vida. Tras la memorable escena con el pianista Sam (Dooley Wilson), en la que interpreta y canta "As times goes by", la máscara de Rick comenzará a resquebrajarse poco a poco: rabia, dolor y nostalgia le acompañan por la noche mientras apura una botella de whisky y le ordena a Sam que vuelva a tocar esa melodía que tanto daño le hace.
En un espléndido flash-back descubrimos que Ilsa y él vivieron una corta historia de pasión en París poco antes de la ocupación nazi. Richard, como entonces le llamaba ella, era un hombre abiertamente enamorado, comprometido con la lucha antinazi, perseguido por el Tercer Reich y solidario con esas causas perdidas que esconden una buena ración de romanticismo. Durante ese nebuloso recuerdo de París conocemos al verdadero Rick. La máscara que lleva en Casablanca se la puso el mismo día de la ocupación nazi, cuando tuvo que subirse él solo al tren rumbo a Marsella porque ella decidió abandonarlo.
El carácter de Richard Blaine atravesará diversas fases a partir de entonces: en primer lugar, quiere herir a Ilsa, humillarla si cabe. Pero, progresivamente, comenzará a ablandarse. Cuando ayuda a un joven matrimonio búlgaro a ganar a la ruleta para conseguir el dinero que les permita salir de Casablanca, los camareros del Rick's Café celebran lo que siempre habían imaginado: su jefe esconde un corazón de oro bajo esa férrea coraza.

"Here's looking at you, kid".

El hecho de conservar él los valiosos salvoconductos que había robado Ugarte le convierte, además, en objeto de deseo por parte de todos. Sobre todo de Ilsa, que acude una noche a su habitación dispuesta a conseguirlos como sea. En esta escena se produce el cambio más radical de Rick. Cuando ella le confiesa que sigue enamorada, que no le ha olvidado y que tendrá que pensar por los dos si se queda con Victor o con él, nuestro protagonista comienza a considerar cuál es su verdadero papel en el final de esta historia: ¿debe retomar su romance? ¿fugarse con ella? ¿sacrificarse? ¿volver a ser el tipo comprometido y solidario que era antes de llegar a Casablanca?

Durante unos minutos, Rick confundirá a los espectadores; parece dispuesto a entregar a Laszlo a la policía y fugarse con Ilsa. Demasiado traidor, demasiado miserable. No encaja con su imagen. El final ideal, el que ha quedado, el del sacrificio y la amistad con Renault, alimentó la leyenda de Rick, de Bogart y de "Casablanca".

El comienzo de una hermosa amistad.

La película:
- Esta obra maestra del cine está basada en "Everybody comes to Rick's", una pieza de teatro escrita por Murray Burnett y Joan Alison en 1940. El éxito de "Argel" (1938), con Charles Boyer y Hedy Lamarr, motivó a los productores a cambiar el título de la obra original por el de Casablanca, para que tuviera una resonancia exótica similar.
Los hermanos Epstein.
- Julius y Philip Epstein se encargaron inicialmente del guión, pero tuvieron que dejarlo al ser reclamados por Frank Capra para sus documentales sobre la guerra mundial. Cuentan que ambos contribuyeron a buena parte de la ironía y del cinismo en los diálogos; Howard Koch, el siguiente guionista, incidió más en los valores morales y patrióticos en tiempos de guerra; un cuarto escritor no acreditado, Casey Robinson, optó por darle un aire más romántico a la película. Los Epstein regresaron en el tramo final.
- El guión se convirtió en el gran problema durante el rodaje. Se cuenta que ninguno de los guionistas conseguía un final apropiado y a menudo se trabajaba con lo que se había escrito la noche anterior. Ingrid Bergman explica en sus memorias que le angustiaba no saber de quién estaba enamorada realmente y de vez en cuando le preguntaba a Curtiz. El director húngaro le respondía: "Aún no lo sé. Mientras tanto, usted... actúe". En la actualidad, sin embargo, se cree que el guión estaba perfectamente definido desde el principio y que el único intérprete que lo sabía -por privilegios de su contrato- era Bogart. Al parecer, Curtiz mantuvo la incógnita hasta el final de forma intencionada en beneficio de la interpretación de Henreid y Bergman.
- Durante años se propagó que Ronald Reagan había sido un serio candidato para el papel de Rick, pero el tiempo demostró que había sido una invención de la Warner con el fin de promocionar la película "King's row". A George Raft, que había despreciado los papeles que encumbraron a Bogart, en "El último refugio" y "El halcón maltés", no le dieron ocasión esta vez de que abriera la boca y fue rechazado. Ann Sheridan y Hedy Lamarr constituyeron serias alternativas para encarnar a Ilsa, al igual que Michèle Morgan, aunque ésta quedó descartada al pedir 55.000 dólares. Ingrid Bergman, cedida por David O'Selznick, costó sólo 25.000.
- Conrad Veidt, que interpreta al jefe nazi Strasser, era bien conocido en el mundo teatral alemán por sus actividades contra el nazismo. De hecho tuvo que huir de su país en 1933 al saber que la Gestapo iba a asesinarle. Falleció pocos meses después del estreno de la película. Curiosamente, algunos de los extras que interpretaron a soldados nazis eran en realidad judíos que habían escapado del Tercer Reich.
 

Michael Curtiz.
William Wyler, William Keighley y Vincent Sherman fueron tres de las opciones del productor, Hal B. Wallis, antes de decantarse por Michael Curtiz como director.
- Max Steiner, autor de la banda sonora, se planteó sustituir la mítica canción "As time goes by" por una propia. Por fortuna, Ingrid Bergman se había cortado el pelo drásticamente para protagonizar "¿Por quién doblan las campanas?" y no se pudieron repetir las escenas con el pianista Sam. 
- A propósito de Sam, antes de que lo encarnara Dooley Wilson se llegó a plantear que el pianista fuera una mujer: Ella Fitzgerald fue una de las opciones barajadas. Wilson era un reputado batería y, en realidad, quien tocaba el piano en la película era Elliot Carpenter, que se ocultaba tras una cortina y sólo a la vista del actor, de forma que pudiera estudiar los movimientos de sus manos. 
- La Academia de Cine de Hollywood premió a "Casablanca" con tres Oscar: mejor película, mejor director y mejor guión; además obtuvieron nominaciones Max Steiner (música), Humphrey Bogart (actor principal), Claude Rains (actor de reparto), Arthur Ederson (fotografía) y Owen Marks (montaje).
- La censura española suprimió la mención de la participación de Rick en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil española; los italianos sustituyeron Etiopía por China como país donde había luchado el protagonista años atrás.
- La película tuvo tres diferentes doblajes en España: en 1946 (Rafael Navarro como Rick), en 1966 (Arsenio Corsellas) y en 1983 (José Guardiola). 
- Woody Allen ayudó a mitificar a Bogart y a "Casablanca" cuando escribió "Play it again, Sam", una obra teatral que Herbert Ross se encargó de dirigir en el cine ("Sueños de un seductor", 1972), con el propio Allen, Diane Keaton y Tony Roberts en sus principales papeles.

Roosevelt y Churchill en Casablanca.
- La invasión aliada de Casablanca se produjo el 8 de noviembre de 1942 y los productores de la película se plantearon incorporar una referencia a ese hecho bélico en el diálogo final. David O'Selznick (MGM) convenció a Jack L. Warner, el magnate de la Warner, para que aprovechara esa feliz circunstancia, efectuara un preestreno en Nueva York (a finales de noviembre) y compitiera para los Oscar de 1943. El estreno oficial de la película se produjo el 23 de enero de 1943 en Los Angeles (Estados Unidos). Casualmente coincidió con la Conferencia de Casablanca, que mantuvieron Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y representantes de la Francia Libre tras la liberación de la emblemática ciudad de Marruecos.
- La frase que Rick le dedica a Ilsa en París, "Here's looking at you, kid", ("Esta va por ti, muñeca", aunque en la versión doblada se perdió su sentido: "A tu salud, querida"), está considerada como una de las cinco frases más memorables de la historia del cine, según el American Film Institute. La frase la improvisó Bogart y se refería a lo que le decía a Ingrid Bergman cuando ella aprendía a jugar al póker en los ratos libres.
- "Casablanca" es una de las películas con más citas memorables. Una de ellas, "Siempre tendremos (o nos quedará) París" ("We'll always have Paris") es una de las más reconocidas a lo largo de los tiempos.
- En la célebre escena en que Victor Laszlo ordena tocar "La Marsellesa" para ahogar la canción que corean los nazis, "Watch on the Rhine", muchos de los extras acabaron llorando por la emoción. No en vano, la mayoría eran refugiados y judíos.
- Ante la avalancha de turistas que estaban convencidos de la existencia del Rick's Café y del Blue Parrot (el local de Ferrari), la ciudad de Casablanca decidió construir dos bares con características similares para contentarlos.